jueves, 27 de marzo de 2008

Creo en Frankie


Fue amor a primera vista. Creo que esta es la expresión más adecuada para describir lo que sentí al ver la portada de Creo en Frankie. En un vips de esos en los que tienen de todo, en los que hay que sortear a los gorrones que leen la prensa gratis, últimamente se pueden encontrar cómics bastante curiosos tras las últimas versiones de Batman y Spiderman hechas por los dibujantes más talentosos.

Después de un primer hojeo, comprendí que me podría servir en mi persistente búsqueda de inspiración. Pero leer la contraportada me hizo dudar: “Un dios celoso o un novio que ha vuelto de entre los muertos ¿a quién escogerías tú?” A ver, mejor lo olvido, esto está pensado para las chicas. Lo dejo en la estantería. Pero luego vuelvo a razonar: “¿qué clase de retrógrado pensamiento te hace creer que esto no lo puedes leer tú?”. Además, cuando fui a depositarlo en su sitio, sin querer, arrugué un poco el lomo del cómic porque no cabía bien en la estantería. ¡Pardiez, qué brusquedad la mía! Había contraído ya bastantes compromisos con Frankie como para ahora hacerle un desplante semejante.

En fin, dejando a un lado los razonamientos absurdos e ilógicos por los que siempre discurre mi mente, al final me lo compré. Creo en Frankie es una historia divertida de amor y celos. Frankie es una chica con suerte: tiene un dios para ella sola. Jeriven es el inocente Dios de los Fuegos del Corazón. En los tiempos que corren los humanos han dejado de creer y sólo se profesa fe hacia deportistas y estrellas del rock. El pequeño Jeriven anhela lo que cualquier dios: adoración. Para ello, se arma de valor y viaja hasta el mundo terrenal.

En su deambular por la tierra, Jeriven tuvo la suerte de toparse con el bautizo de Frances Elizabeth Moxon. En este bebé sintió las puras maneras de la fe, y en ella encontró a una creyente.

Frankie es una chica con suerte: tiene un dios para ella sola. Jeriven la protege de todo mal y consigue que tenga éxito en cualquier cosa que se proponga hacer. Con la tranquilidad que da tener un ángel de la guarda tan especial, Frankie crece feliz y con una gran seguridad en sí misma. Frankie es la única persona que puede ver y hablar con Jeriven. Sólo hay alguien que conoce este secreto: Kay, la mejor amiga de Frankie desde la infancia. Kay siente admiración y desconcierto por este particular culto, pero no piensa que su compañera esté loca.

Los problemas llegan cuando Frankie alcanza la adolescencia y quiere acercarse a los chicos. Jeriven, mediante una serie de curiosos “milagros”, espanta a todos sus novios. Después de haber crecido juntos, y casi sin darse cuenta, Jeriven está perdidamente enamorado de su única creyente. Frankie se da cuenta de esta sobreprotección y pide a Jeriven que salga un poco de su vida. La situación se vuelve insostenible cuando Frankie comienza la universidad y se encuentra con Dean, un antiguo amigo de la infancia que ha regresado convertido en el chico ideal. Dean tuvo cierto “contacto” con Jeriven cuando era niño, ya que sufrió un accidente y murió. Frankie pidió a su dios que le resucitara. Jeriven, aunque fuera a regañadientes, lo hizo. Ahora Jeriven tendrá que competir con Dean por el amor de Frankie, y además todos tendrán que afrontar los peligros del oscuro secreto con el que ha regresado Dean.



Técnicamente, el dibujo me resulta muy bonito, con un estilo elegante y sencillo. El color cumple su función. Diferencia bien los espacios divinos (llenos de vida y magia) de los terrenales (más apagados y sobrios). La historia se narra de forma lineal generalmente, pero hay varias páginas que retroceden para mostrar la infancia de Frankie y también hay espacio para la retrospección dentro de las pausas reflexivas de cada personaje.

En resumen, se trata de una divertida historia con diversos puntos de vista sobre los afectos humanos y su evolución a lo largo de la vida. Sin embargo, no me gusta el final, porque me resulta muy forzado (y quizá yo no debería hablar de finales forzados, pero bueno). De todas formas, es una lectura recomendable.

lunes, 24 de marzo de 2008

Mi nuevo cactus

Esto está más muerto que vivo. De todas formas, aún tiene salvación. Estoy pensando en un par de post más o menos "interesantes", pero hasta que escriba lo que tengo que escribir, iré rellenando con paridas como esta. Hace poco me compré un cactus antirradiación de esos. Como me distrae mucho pensar en futuros futuribles, imaginé lo que le podría pasar al cactus después de absorber todas las radiaciones malosas que desprenden nuestros equipos informáticos. Quizá no sea el futuro más probable pero sí el más curioso. Aquí está el cactus en la actualidad:



Y esto es lo que podría pasar:



Ea, puedo decir que por hoy he cumplido. Au revoir, mes amis!